Qué sabré yo de dolor, si llegué a la consulta del médico diciendo que no tenía síntomas.
Qué sabré yo de desesperación, si en sólo siete meses y sin insistencia tuve mi diagnóstico.
Qué sabré yo de miedo, si me senté en una silla y me explicaron lo primero que necesitaba saber.
Qué sabré yo de incomprensión, si enseguida mi entorno se volcó en mi nueva vida.
Qué sabré yo de soledad, si nunca nadie me dejó fuera de un plan.
Qué sabré yo de nostalgia, si cuando quiera enciendo el horno y consigo un pan.
Qué sabré yo de limitaciones, si he comido sin gluten en cientos de lugares.
Qué sabré yo de vacío, si desde el primer momento he tenido a quién acudir.
Lo que sé es que todo el mundo debería correr mi misma suerte.
Hace 7 años cambió mi vida. Y ni por un momento se me ocurrió pensar que acabaría luchando por que nadie tuviera que pasar más por todo eso.
Porque donde hay dolor debería haber salud.
Porque donde hay desesperación debería haber eficacia.
Porque donde hay miedo debería haber conocimiento.
Porque donde hay incomprensión deberían haber abrazos.
Porque donde hay soledad debería haber compañía.
Porque donde hay nostalgia debería haber futuro.
Porque donde hay limitaciones debería haber horizontes.
Porque donde hay vacío debería haber opciones.