Con la segunda de las microencuestas sobre nuestros hábitos como celíacos, quería conocer cómo nos las apañamos en las situaciones sociales. ¿A quién no le han invitado nunca a comer a casa de alguien y se ha preguntado cómo afrontarlo exactamente? Desde luego nuestras decisiones variarán en función, sobre todo, del grado de confianza que se tenga con el anfitrión: no es lo mismo ir a comer a casa de tus padres o de tus hermanos que hacerlo a la casa del primo del cuñado del tío de tu pareja. Pero sí: cuando se prevé un celíaco en una casa ajena siempre hay que tener en cuenta sus circunstancias y decidir, en base a lo que sea mejor para todos, cómo afrontar la situación.
Por eso, os preguntaba lo siguiente:
¿Qué haces cuando te invitan a comer a casa de alguien?
- Confío, seguro que me preparan algo sin gluten sin problemas.
- Confío, pero me llevo un “por si acaso”, no vaya a ser…
- Les hago un tercer grado sobre lo que van a cocinar para asegurarme de que todo sea sin gluten.
- Les doy toda la información que necesitan y quedo a su disposición por si tienen dudas.
- Les doy toda la información que necesitan y me desentiendo, con eso es suficiente.
- Me ofrezco a llevar comida para todos, así seguro que comeré algo.
- Les digo que no se preocupen por mí, que me llevo mi comida.
- Voy habiendo comido, ir “de tupper” no va conmigo y tampoco me fío.
- Me invento la excusa que sea con tal de no ir.
- No me fío, no voy y digo claramente por qué.
¿Queréis conocer los resultados?
Como veis, entre todas las opciones, la “ganadora” es la que, en mi opinión, nos aporta mayor salud mental y emocional: Les doy toda la información que necesitan y quedo a su disposición por si tienen dudas. Creo que es genial involucrar a quienes nos rodean en nuestra dieta. Es importante que vean que el asunto es serio, pero no imposible de abordar (de hecho, ya lo abordamos nosotros mismos!), y al mismo tiempo tienen que ver que les damos facilidades. Además, con esto de las redes sociales y las aplicaciones móviles, cada vez nuestros amigos lo tienen más fácil para sacar una foto a un producto y preguntarnos si podemos comerlo. ¿O acaso soy la única a la que le encanta ver que sus amigos están pendientes de que yo pueda comer un poco de todo? Por si necesitáis ayuda con vuestros amigos, ya os conté hace un tiempo cómo invitar a comer a un celíaco y cómo cocinar sin gluten. Para que pierdan el miedo y las dudas y se lancen! :)
La segunda opción me parece muy razonable también. Hay situaciones en las que, simplemente, no se puede: o es un plan con mucha gente y mucho lío, o no conocemos muy bien al anfitrión, o se nos asustan… La cuestión es que no nos vamos a perder la actividad por nada del mundo, así que nos hacemos un tupper guay de lo que nos apetezca comer, y a disfrutar!
La opción de “hacerles un tercer grado” sin duda nos aporta seguridad, pero debemos ser cautos y tener un poco de tacto. Todos entendemos que es importante que sepamos qué vamos a comer, pero no hagáis que el anfitrión se sienta incómodo, invadido ni cuestionado, o no volverá a invitaros.
Si hay algo por lo que nos caracterizamos los celíacos es por los “por si acasos” que llevamos en el bolso, en la maleta, en la mochila… Es importante ser previsor, que un celíaco hambriento es un celíaco con muy mala leche :D
Llevar comida también es una opción genial. Es una forma de llevar un “por si acaso” algo más elegante: para compartir. Eso sí: vigilad que en el momento de la degustación no se contamine. Probad a poner vuestro plato en otra mesa, a comentar con la gente que lo has hecho tú, que es sin gluten, que se contamina fácilmente… e invitadles a probar vuestra exquisitez! Que no se piensen que por ser sin gluten está vetado para los no celíacos ;)
Para los que habéis elegido la opción de confiar a ciegas… ¡enhorabuena! Tenéis unos amigos y familiares fabulosos que ya se lo saben absolutamente todo, ¿a que sí? Disfrutadlos: son un tesoro :)
No quería terminar mi análisis sin dirigirme a las 8 personas que se pierden los planes guays por la comida. Ya habéis visto que tenemos muchas alternativas. Yo misma me he encontrado en la situación alguna vez de, ante las muestras de falta de comprensión o, incluso, de falta de ganas del anfitrión, decidir no ir. Creedme cuando os digo que entiendo vuestra postura y que hay veces en las que simplemente no os da la gana. Pero, por favor, que sean las menos. Ser celíacos no nos tiene que condicionar para nada. Algunas veces tendremos que poner más de nuestra parte y, otras, serán nuestros amigos y familiares a quienes les corresponda hacer el “esfuerzo”. Rodearos de gente guay que sume y veréis que cada vez os lo ponen todo más fácil :) Y transmitidles vuestras ganas de pasar un tiempo de calidad con ellos, la necesidad de que os avisen con un poquito de antelación para organizaros, y lo veréis todo con mucha más alegría :)
Os dejo con la siguiente encuesta. Esta vez, hablamos de pan sin gluten :) Haz clic en el cartel de abajo para ir a la encuesta!